viernes, 28 de febrero de 2014

Llamada a la esperanza

Para viajar a nuestra primera contienda quizás hubiera que remontarse al fuego de nuestros primeros ancestros, al borde de la hoguera contándose historias unos a otros, haciendo propaganda de los que creemos que son nuestros conocimientos, nuestros anhelos son los que hacen el camino de la vista las mil y una veces, nuestra memoria está muy confundida por nuestros deseos desde el comienzo de los tiempos, es esencia de ella misma.
Recordamos lo que queremos y cómo lo queremos. Si desestimamos los estados de gracia, cosa totalmente necesaria para una sociedad de la mediocridad. (Estamos en un periodo muy cercano al de acartonar a cualquier visionario en un palo de ciprés. A cualquier visionario social).
Así desde el principio han existido las diferencias parciales entre el grupo, unas salvables, otras no, todas iniciativas de movimiento en pro o en contra del parecer de uno u otro.
La comunión en estás sociedades como en todas llegaba con la transmisión de conocimientos entre los diversos sujetos, las puestas en confrontación como decíamos o en acuerdo, que como comunidad, grupo afín, con unos intereses comunes, nos llevará a un diálogo que nos construya una idea general de por donde se guiará el grupo, la pareja… hacía un bien común.
En los albores del tiempo se escucharía a los viejos de contar los mitos y antiguos conflictos que servirían de consuelo, de reflejo hacia una ética del deber, de conocimiento remanente.
Con todas estás condiciones idílicas el hombre supo organizarse de forma muy productiva. Hasta colmar el globo con casí siete mil millones de habitantes y convertirse en el dueño de muchos registros de conocimiento que lo cambian hasta a él mismo, que desechan en gran parte la parcialidad de conocimiento que se nos había brindado durante los últimos 4000 años.
Por ejemplo el trabajo de 2000 y pico años en Occidente del hombre con el melocotonero, ya no vale nada, pues estoy seguro que la industria genómica ha desarrollado un árbol nuevo, no sé si natural, aberración o simplemente ántropofacturado. (Espero que cuente con más cianuro en su hueso). Que no sabemos que puede suponer para nosotros ni para el planeta, pero, y sólo estoy poniendo un ejemplo, con la cantidad de medios de comunicación que tenemos porque no lo charlamos al rescoldo del fuego.
¿Todos hemos olvidado en esta espiral de caos kármico hacía la “diligencia” del ser humano lo que es sentarse con los iguales -todos somos iguales- al calor de un fuego a plantearnos qué es de nuestra vida?. ¿Qué es de nuestro entorno? ¿Cómo podemos actuar de forma más sabia? ¿Quedan viejos que no estén agotados de si mismos después de esta existencia valorada en cosas, en espacios y riquezas y no en personas?

Estamos en el momento en que la comunicación puede llevarnos a la desinformación y a la guerra, o en el momento en que podemos crear las comunidades más sólidas, mayores grupos de presión, PAÍSES VIRTUALES, masas críticas con el poder de cambiar las cosas; aunque parezca una sandez podríamos hacer más presión que los lobbys que nos gobiernan hoy en día. Hoy más que nunca todos necesitamos ser seres políticos, filosóficos, comunicadores brillantes, críticos feroces. Ahora mandan los que tienen la moneda y no los susurros más audaces ni la mejor entonación -tenemos que hacer la guerra.
El talento es hoy más común que nunca pero, el compromiso, apatía y desinterés. Ya es muy difícil escuchar una historia que nos estimule, nadie quiere ser un héroe o hacer cosas por lo demás sino tener mucho dinero. El valor se ha corrompido como sólo podía ocurrir en este sistema que hemos diseñado, inhumano como tantos otros, antinatural como pocos y seguramente efímero. Todos, lo único que buscamos es una celda propia bien decorada…. Es propio entre gente muy inteligente pero no muy sabia. Lo ideal son las voces y no las certezas y seguridades.
Ya no nos gobierna esa ensoñación maravillosa que nos acompañaba cuando mirábamos el fuego pero tenemos muchos recursos y son muchos siglos de magia en nuestras mentes para que eso se pierda. Para que desestimemos a quienes sean “guardianes del fuego”. Yo intento hacer chispas con vosotros pero lo único que espero con impaciencia es que nos metamos al fuego todos juntos. A charlar y ser hermanos con el condicionamiento de grandes compañías.
Si olvidamos hacer nuestras premisas contemplando la potencia absoluta y junto a los que queremos, ¿qué mierda estamos haciendo?.
Y otra pregunta: Ahora que la ciencia empieza a toparse con el mundo espiritual ¿volverá el hombre, la mujer, ha encontrarse con el mundo espiritual, volverá al menos a encontrarse con el pensamiento -lenguaje del alma? ¿De qué forma será? ¿Quién tiene capacidad para guiarnos? Y otras, si nadie se dedica a emprender camino por nosotros, ¿tendremos voluntad de encontrarnos con nosotros mismos, para unirnos, o preferiremos la evaporación por la sobredosis del fuego, al que ignoramos, que nos está predisponiendo la historia?.

viernes, 14 de febrero de 2014

Poetas en peceras de ciudad

No tengo monedas para corazones usados,
Ni me quedan palabras que sean elocuentes,
He gastado y bebido de cada una de las fuentes
Que daban a mi vida la factura de probado.

Pienso de largo en la muerte y en su alado
Carro que me lleve de nuevo a nuevos afluentes,
Pero es cobarde y demasiado tranquila mi mente
Para vivir en corriente con mi ánimo desatado.

Veo, creo, puedo, pero nunca me veo y certifico.
Soy un solitario entre los pobres y solitarios,
Una mente callada; nunca quiero y testifico:

Diablo pobre que no tiene falsos breviarios
Nunca ganará una prueba de las que intensifico.
Las personas quieren mentiras y abecedarios.

Yo sólo soy aquello que veo y simplifico.
Así se pierde el terreno en cualquier terrario...

lunes, 10 de febrero de 2014

Mapa Geopolítico

La herrumbre blanquecina de mi semen en la acera…
Estrellas, estrellas.
Tuvo que esperar la limusina
A que nos acomodásemos la ropa.
Íbamos demasiado mareados
Por los martinis secos en la terraza del Caesar Palace.
La verdad es que la idea de hacerme una paja
Camino del coche para que luego follara todo el camino,
Fue de ella.
Yo que llevaba guardando aquel tesoro
Dos semanas para ponerla chorreando,
Para convertir aquello en un místico bautizo,
Estelar, carismático, un principio de conciencia
Que deseaba ella más que yo.
Su entrepierna ya cosía fuego
A las braguitas durante la cena.
Supongo que debe ser un gran delito
Masturbar a uno por la calle en Vegas.
No se puede beber en un coche,
Tampoco los acompañantes.
Raquel me agarró el cipote
Y mientras se ponía el abrigo
Lo sacó y lo acarició con sus suaves piernas.
Debían estar grabándonos 150 cámaras,
Pero el abrigo era de vicuña.
Parecía mi primera novia, aquella de joven
Que tenemos todos en el recuerdo…
Que le daba por hacerlo en el recreo del instituto,
En la puerta de los baños,
En la playa ante una decena de pescadores.
Al final acabé nudista….
Quizá mi naturalidad fue lo que hizo
Que mi abrigo largo bastara
Para que no nos descubriese ningún pervertido.
El Caesar es grande, mi corrida se quedó en la acera,
-Casi caigo de bruces,
Después de dos días en cama,
Raquel me devolvió a mi bello entorno
Con un maletín de fichas de cien
Y las mejillas llenas de carmín.
Como si fuera un puta lista para atracar
O el diestro funcionario de un gobierno perfecto.
Yo que no pienso volver a Vegas.
Quizás todo esto sea una metáfora de lo que será de Estados Unidos.
De lo que nos dio,
De lo que nos dejará,
De lo que nos ha utilizado.
Las estrellas se desvanecen en la acera en muchísimas ocasiones.

Ciencias Sociales para un Loco

Me levanté como cualquier día,
dispuesto a dar un bello paseo,
Abrí los ojos dispuesto al careo,
Y empezó a sonar esta melodía.

Respiré hondo y miré al mediodía,
Se vislumbraba el mural blanqueo
De las nubes sobre el azul cielo.
Entre los susurros gotas de alegría,

Se inspiraban junto a un pozo,
Rodeado por unos cuantos asnos,
Perros, zorros, loros y acróbatas.

No levan circo alguno del gozo.
Seis posturas para un ganso árbol
Que no deja que amanezca nunca.





http://open.spotify.com/track/3k9qjgu8zVKTEuJVJIYyc0

miércoles, 5 de febrero de 2014

Paráfrasis al prólogo de Afrodita de Pierre Louis. Éste es mi amigo Jose Montoya

Era alto, delgado y vestía con el gusto exquisito de un gitano señorito francés del XIX. Naturalmente bueno, sencillo, generoso, impresionable, altivamente desprendido -hasta el colmo-, piadoso. A veces ruin consigo mismo, y muy apasionado. Amaba la música y la sexualidad, idolatraba la fantasía y era diestro en todas estas artes. Su norte fue siempre la belleza y la simpatía. Suavemente epicúreo, en el mejor sentido de esta palabra, supo unir los goces físicos y los espirituales en purísimo lazo, en un único agujero negro -o en varios.
La sensualidad - decía- es la condición misteriosa y creadora del aupamiento intelectual y personal . En su alma grande de artista, el idealismo y el sensualismo mezclados abrieron la flor de su misticismo tanto más ardiente cuanto más humano, tanto más vivo cuanto él menos se daba cuenta. Vivir para escribir, realizar siempre la belleza y el colmo, tomarla como guía y como fin, rendirla culto apasionado -como a un perfecto culo de Rip Curl- , ser su sacerdote, pensar, ver, contemplar, amar cuanto era digno de ser amado y penetrado; hasta el lirismo y la pasión: tal fue su ideal, su sueño constante.
Queriendo así un espíritu elegante ante todo tipo de olores a humanidad, y profundamente helénico, al mismo tiempo es hondamente cristiano en lo que esta palabra entraña de puro, sencillo, fraternal y humano -inmejorables complicidades para conocer las caras ocultas de la Luna. Se caracterizaba como él mismo hace notar por la violencia de su entusiasmo y por la serenidad de sus contemplaciones. Sus contemplaciones eran austeras porque él ha vivido muchos más de dos mil años pero su entusiasmo y su condición sólo se pueden resumir en una palabra -a falta e Primitivas-: Esplendor.

domingo, 2 de febrero de 2014

La Realidad, en la trastienda

Nuestro protagonista de hoy se llama Carlos. Carlos es un arquitecto muy prometedor que en el suburbial mundo de la crisis para los licenciados trabajaba en un despacho colectivo de profesionales. Se juntan como las ratas, intentando no saltar del barco que se va a pique. Son los pocos que reflotan esto con un esbozo de creatividad entre la insolente mediocridad que nos rodea, entre las aguas arremolinadas que se llevan incluso a los más fuertes, los otros ni hablar.
La Tierra se está acomodando a un nuevo equilibrio de riquezas y poder y resulta que parece que tenemos que ser los ciudadanos quienes lo paguen a costa de sangre, sudor y lágrimas. Toda gran fortuna medra mientras se realiza este acoplamiento, que es lo más curioso.
Pero no hablábamos de eso. Carlos se había despertado temprano aquella mañana y era una mañana de invierno. Con más bien poco calor en la atmósfera y un grado de humedad aceptable para cualquier alérgico a la polución de las ciudades. Un buen día para un Madrid sin lluvias desde hacía meses. Donde el humo de los coches e industrias ya es un microclima singular que se cuela de forma cruel por las narices de los niños. A veces creo que debería estar prohibido criarlos en lugares como éste. Si prohíben el tabaco que prohíban también a los niños en las ciudades, que todos tengan que mudarse al campo. Se ahorrará mucho dinero en el maltrecho “campo” de la sanidad física y mental o espiritual.
Aquella mañana fría Carlos tenía un encargo. Iba a visitar una carnicería que necesitaba de unas reformas en el almacén, la trastienda; se iba a pertrechar de nuevo la fachada con ciertos adornos y se iba a reformar por completo el mostrador y la zona donde se despachaba a los clientes. Podía ser un encargo de cierta relevancia y de bastante provecho para el despacho. La carnicería tenía ya unos años pero la zona de Madrid donde se encontraba estaba cogiendo algún caché. Y si en la Metrópolis adornas un poco el asunto puedes vender mierda de perro que la comprarán tan a gusto y a un precio desorbitado. Es lo que tiene el tener Metrópolis, creen que con su dinero o su tendencia pueden hacer algo importante, marcar tendencia en los territorios limítrofes. Mientras existan, existirá la falta de igualdad entre ciudades, entre ciudadanos. “Metrópolis” suena a eso: a medida para las otras Polis. Y hay que meter en nuestras cocorotas que cada Polis tiene su forma, su idiosincrasia y debería tener sus leyes, gobiernos y costumbres propias.
Carlos no pensaba en nada de esto mientras viajaba en el metro. Mientras leía a Nabokov pensaba en estructuras, molduras, eficiencia de los materiales, posibilidades logísticas….En la pura realidad era un gran profesional de esos que en España se tienen que ganar la vida por cuatro duros por querer vivir en España. El paraíso de los mediocres que pernoctan en Metrópolis. Coaccionado por los equilibrios de “valores”, que afectan al pueblo, hay que joderse.
Llegado a la carnicería lo recibió un hombre de unos 45 con camisa Burberry de cuadros y pantalones de pana. La carnicería estaba cerrada porque ya habían empezado algunas reformas en el sistema de fontanería. Pero Carlos sería el encargado, con suerte, de llevar todo el proyecto.
Paco, el dueño de la carnicería, había hecho algo de dinero importando carne sin certificación de irlanda y ahora quería tener un establecimiento que diera cuenta de sus parabienes, que fuera un ejemplo de elegancia para los ciudadanos del barrio. Quería incluso poner hilo musical para comprar la cadera de res muerta mientras meneas la tuya, que debería pensar él. Era un tío bastante poco fino en todas sus formas. Un cateto de Metrópolis con bastante suerte y un par de cojones para no tener muchos escrúpulos. Ahora es como hace 2000 años. Él que es capaz de abrirte el vientre, va a ser el que triunfe. Si además lo hace mientras brinda con vino por su fortuna, más propio. ¿La rebelión del uno por ciento?.  Jajaajajaj.
Le mostró los enrejados que estaban en un pésimo estado y la zona de expendeduría. La mente de Carlos comenzó a elucubrar cómo hacer de aquel medio-antro un parking de Chueca de las entrañas, los codillos y las morcillas. Paco se sirvió un vino dulce de una botella que tenía tras la barra en un vaso de esos antiguos y ya roídos por el uso -”Ya son las 11” apostilló, y dijo: “Pasemos al almacén que hay está lo gordo”.
Carlos siguió al dueño y entraron. Debería ser Lorca en Nueva York para poder describir lo que vio Carlos, lo que sintió. Ese aire inflamado de sangre, las vísceras y los huesos en cajones, los cerdos abiertos sobre una mesa como si fueran a empezar a parlar, el frío repentinamente se convirtió en un calor putrefacto. Tuvo el tiempo justo de salir a la puerta para colmatar sus nauseas en la acera. Entonces levantó la vista, un poco avergonzado, y sobre los enrejados, un gran cartel rezaba: “CARNICERÍA METRÓPOLIS”