Sonaba la campanilla en sus dedos,
Con un tintineo arrogante y delicado,
El firmamento rompía, caía sonado,
Por las ondas del eco al que retrocedo.
Nunca un pálpito llegó a tal enredo,
A cúmulo de tantos hechos inapropiados
Lo que fue con múltiples besos conjurado.
De la ilusión y la alegría me desheredo.
Los sonidos de amor lejanos y sus risas
Engañaban la conciencia del presente,
Cosiendo a mi costado tu mucha prisa.
Batiendo mis alas, cual otros disidentes,
Encierro en un baúl tus bellas niñas lisas
De muerte, sin favor, ni atrás, ni gradiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario