Frío muerto

Cuando peinaste con tus dedos
Los cabellos negros de algún otro,
Y le diste caricias cerca del orto
Del destino de viejos y secos celos.

Nada que decirte, no tengo pelos
En la lengua, ni reproche sonoro,
Ni vestiré de harapos mi tesoro
Para velarte como a un frío muerto.

Eres una sombra en esta esfera,
Una mota que no podrá salir de aquí,
Un reflejo que perseguirá tu vida.

No habrá paz para la que no espera
Tener virtud cuando no es para sí.
Ni tu virtud ni tu felicidad eran mías.

No tienes idea de lo que pierdes.

Náufrago

¿Dónde estás, advenediza y cautelosa?
Tus cabellos me los robo el cruel viento,
Tus ojos me los robo el brillo del fuego,
Te marchitaste como una codiciada rosa.

En el parterre de mi jardín, tus cosas
Florecieron, como no floreció el verbo,
Ni junto nunca fuerzas en mi cruel cielo
Como para hacer azul mi vida achacosa.

Nubes, borrascas y chubascos azotan,
Las costas de esta isla desierta y agreste,
Y yo sigo cultivando para, de vez en cuando,

Cada estación, cada largo y quebrado letargo,
Ver tu rosa florecida, pintando de celeste
Esta tierra negra donde tus semillas brotan.

A mi Madre, por el día de su cumpleaños

Hay vientres llenos de luciérnagas,
Descritos por la proporción áurea,
Manchados por el dolor del habla,
Inscritos en los registros del silencio.

Con los brazos llenos de designios,
Escribe en mayúsculas, virtud del alma,
Su cadencia y su constancia derraman
Las lágrimas de vivir con el tiempo.

Tanto consuelo, en cariños sencillos,
Y de voluntad férrea con los suyos.
Sí, hay vientres llenos de luciérnagas,

Y cantos de sirenas que sienten niños.
Que sienten en vientres como el tuyo,
Y crean mentes tan vivas y traviesas.

En la noche

Las estrellas en él siguen luciendo
En esta extraña y metódica debacle,
Con el ritmo de sílabas constantes,
Con la cadencia eterna de su eco.

Cambiamos de posición por el cielo,
Y él nos recuerda con cada instante
Que lucimos, y somos los garantes,
Para patinar, y entrever, tras el negro.

No regalan gratos espejos tras la noche,
No hay gestos que engañen la oscuridad,
Nada viaja para nosotros como sus luces.

Cerca del infinito, cerca del derroche,
Dentro del camino, fuera de veleidad
Ninguna, el ser humano también luce.

Haciendo la espera

Me gusta esperarte sin descanso.
Miento porque quiero y sé quererte.
En los segundos que no puedo verte,
Se me derrite igual que a Garcilaso.

Siento temblores, cuitas, espasmos,
Que esculpen grises aguafuertes,
En los que se pintan figuras inertes,
de mi corazón, como payasos.

No es gracioso ser elegante y vasto,
Tener propias riquezas, ni verdades,
Ni siquiera dulces y aplicadas manos,

No sirven de nada las intelectualidades,
Y huye el lustre de las más pensadas rimas.
Todo sucumbe, si tu no paras, y me miras.

Nuevo poema

Puedo pintar el cielo con tu rostro,
Porque lo hago de continuo,
Puedo contar los cantos del viento
En los susurros que se te escapan,
Puedo mirar entre las barras
Y ver que tu eres mi enorme cárcel.
En el paseo de camino
Al almuerzo de mis deseos,
Encontré una rosa sin color,
Embebida entre copas de ron,
Perdida por el rastro de su parque,
Entendida en lo que hay que entender,
Bella como una mañana perecedera en satén.

No pierdas tu tiempo
Cuando hueles como el cielo
Un día lluvioso del mes de abril.
Tu color pálido sería una bella perla
En mi traje negro de largo.

No sufras por el color,
Soy pintor de sueños,
Y he pintado el mundo monocromo,
Para que resalten tus dueños,
La virtud implicita de tus formas.
En cachitos de hierro y cromo,
Se me clavan, como tu olor

Infinito, eres tu y soy yo

Mañanas en las que puedes ver
Que te puedo dar sin contar tactos,
Precisos son los cortísimos pasos,
Del que anda por donde entrevés.

No sólo puedo regalar besos ni sed,
Puedo brindar con los mejores vasos
Porque entiendas que ser cromántico
Es algo más que dar color, luz y tez.

Mi energía te acompaña, soy certero.
Mis sentidos persiguen verte bien
Y te hacen reina de mi paz y mi reino.

Te acunan como a una niña en un templo,
Donde se para, muta y congela el estrés.
Donde vives la totalidad de mi tiempo.

Inexistencia

Dos gotas de la misma agua difieren
Tanto y en tantas torpes ocasiones…
Dos espejos que se agrietan y rompen
Según el aire casquivano que los hiere.

Como los copos cristalinos de la nieve,
Miles de estructuras, que corresponden
A una misma cosa, mutan en acepciones,
Que se distinguen, viven y se sostienen.

Lo peor de los copos de nieve y símiles
Es su precaria suma de perdurabilidad,
Lo rápido que agua y glaciar lo llevan

Para el siempre inexistir de esa belleza,
Para su repetición y su inaccesibilidad,
Para ganar la forma de los inverosímiles.

Suma

Tu no tienes que estar fina,
Suma conmutativa del acierto.
Más digo, y nunca te miento,
Que eres bella hasta dividida.

Cuando miras y multiplicas
Las constantes de mi cerebro.
Cuando miras y ves abierto
El corazón que me explica.

Eres la resta de mi contorno,
La matemática de mi actuar,
El contenido de mis cuentas.

Eres menos en mi dormitorio,
Y la necesidad de mi pobre azar.
Por qué no dejas que te sienta.

-1

Te fuiste como una luz difusa,
Sin un tacto claro de mi alma,
Sin un tacto fino de mi habla,
Sin un beso límpido de la musa,

Regalaste a otros mis excusas.
Besaste como si fuera un mantra
Bocas multitudinarias con las alas
Del que cree que nunca rehusa.

Tu lo mereces todo, yo no menos.
Un número imaginario más aquí,
Una parte ínfima de mis sueños.

Yo no soy uno menos, ni uno más,
Tan racional como estar sin ti,
Tan vivo como no sentirás jamás.

Triste deambular

Miradas indemnes de deseo
Que pintan en las vacías urnas
Del seco destino de la vil turba
Las canciones tristes de Teseo.

Doncellas, laberintos, tebeos,
Desolados héroes de la nocturna,
De la perra escondida y taciturna,
Negra noche de los filisteos.

Todo tiempo tiene una esencia,
Predicha, prescrita, honoraria.
Mentira negligente de generación.

Todo tiene más o menos cadencia
De detrito expulsado a la horaria,
A la corrida vía galáctica del cojón.

Sueños.

No hay medicina para el silencio,
No puedes decir nada a la nada.
¿No te puede iluminar alguna hada,
Cuando todo permanece quieto?.

Cuando todo es mudo y perfecto.
Cuando solo mutan las trazas
Imborrables de la dual y salada
Danza virtual de espacio y tiempo.

Cuando te callas, cuando vuelo;
Cuando todo se reduce a ahí,
Y todo está más allá del cielo.

Entonces miro en torno mío,
Y sé que estás cerca de aquí,
Duermes plácida en mi ombligo.

Ausencia

Y sigues haciéndote fuerte, con tiempo
Infinitesimal para tus propias cosas,
Con perchas, labios, ruedas, rosas,
Que han averiado mi pensamiento.

Con la salida de este sol de enero,
Sigues haciéndote, al corazón, sorda,
A mis palabras y a las señoras diosas
De la empatía, de la razón y del verbo.

Asustada como una gacela del león,
Cada día más irritada y más bella,
Eres reina de un imperio y sin saber.

Tu imperio comienza con tu piel.
Y se acerca a la mía; viene y se estrella;
Para volver como una ola a tu infinito,
y cerrar el circulo vicioso de la ausencia