jueves, 16 de diciembre de 2010

Trafalgar



Cuando el pene del diablo
Embrujaba a la baja luna,
Cuando la mar montuna,
Rugía en el firme acantilado.

La cabeza perdida por los vientos,
Las pasiones podridas por el tiempo,
Los corazones rotos sin ausencia.

Cuando el pene del diablo
Embrujaba a la baja luna,
Y andábamos como bruma,
En busca del vivo faro.

Y veíamos en la espesura de la noche
Tornar los vientos y las crestas,
Y la luna grande, y gran derroche,
Del cielo bajo nocturno, era fiesta.

Y cantaba la locura desde una peña,
Y asomaba cruenta la voz cruda
Del tiempo, que se perdía en pena.
En remota lejanía, y luz ruda.

La cabeza perdida por los vientos,
Las pasiones hechas navegantes sangrientos,
Los faros del arte que engendran sombras.

Ojos para ver al diablo,
Hombres para entender la derrota,
Corazones fritos de antiguos náufragos.

Hay paseos que inundan vidas,
Luces comidas de oscuridad,
Extraños tontos para bebida,
Y pasos largos para la eternidad.

Cuando el pene del diablo
Embrujaba a la baja luna
Y andábamos como la bruma,
Con el horizonte en la mar.

martes, 14 de diciembre de 2010

Acechando tus heridas

Van a secuestrarte,
Vas a tener miedo cada segundo,
Y amenazas a cada momento.
Te apuntarán con pistolas,
Te segaran el habla.
Te comerán el tarro.
Acabaran tus esperanzas,
O las encerraran en una espiral
Que no termina nunca,
Que engaña y pierde tu vista.
Tendrás las manos atadas
Gran parte del tiempo que no duermas.
Y habrá grandes aves de presa
Acechando tus heridas.
Y sólo es un día en tu vida.

martes, 7 de diciembre de 2010

Fantasía

Con cuatro puntas en blanco
Llevaba su corsé de plumas,
Con su peluca color de luna,
Y sus labios de carmín opaco,

Se presentaba modesta y torpe,
Cariñosa hasta el embargo,
Tenía piernas de dulce infarto,
Y los ojos del sabor del roble.

Cantarina, y a sus dos costados,
Dos curvas de miel e incienso.
Mientras siento su tacto terso
Se acaban mis días de letargo.

Andaba con color de ciruela,
Fumaba como diosa de ébano.
En el cuarto de risas y dueños,
Se movía ágil como una gacela.

Tenía el sabor de luz de mandarina
Mezclado con el mas sutil chocolate.
Tenía acento, y buscaba sus dislates
Para agradarte, la cosa más fina.

Ojos de almizcle para toda mirada,
Calidez para mis ojos hambrientos,
Ternura de diosa maléfica, y cientos
De besos de lujuria controlada.

Sobre el papel en blanco y negro,
Cierro sus cuatro puntas en blanco,
Y lo guardo en su sobre de descanso,
Hasta que otro lea, y venga el sueño.