viernes, 14 de octubre de 2011

Mar y monte

Un día ví en tus ojos una playa,
Un mar tempestuoso y terso,
Un temblor sacrílego de verso,
Un aroma dulce de papaya.
Encontré en tus cejas montañas
Que me llamaban desde lejos,
Y hacían de mi oído, besos;
Nubes y cielos me colmaban.
Luego desapareciste, callada,
Y, sin rencores, mis antorchas,
Iluminaron suaves otra playa,
pero cada una de las conchas,
Llevaba prendada tu belleza,
No hay paz si no hay destreza
Que salte tapia y garrocha.

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