La noche estrellada hacía plumas
con un cojín en el verde intenso
De sus iris de lata y sarmientos,
En su boca hacía brisas y bruma.
Y volvía el levante a sus cabellos
Escondida entre faroles y aupas,
Y se vestían los astros de pupas
Multicolores buscando el aquello.
Pero tus párpados no se elevaban
A la atmósfera crítica y temible
Del cielo nocturno, sin razón.
Esos, tus breves pasos, no te guiaban
A un paraíso artificial ni legible,
Ni eran de ningún otro corazón.
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