domingo, 8 de julio de 2012

Tal, ¿para cuál?

Y Sigmund sigue sin quitar el ojo,
Guiñando en el hueco de un clavo,
Encontrado en un paño de lavabo,
Con ganas de limpiar a su antojo.

Y Sigmund corta los torpes abrojos
Del vicio sobre la piedra del esclavo,
Y habla despacio de los eslavos,
Explicando el candor de los rojos.

Y yo me pierdo en todas las jugadas
En las que tiro dados por necesidad,
En las que reitera que no hay azar.

Y advierte del derecho de pernada
Que subyace a su instinto de necedad.
Regálame algo que se pueda amar,

Sigmund.
                Que sea tan verídico y fatal,
¿F@llaras
                Tu también en el cuál para tal?

No hay comentarios:

Publicar un comentario