Y el Sol rubicundo calienta
En la tarde áspera de brisa,
Y no desaparecen las colillas,
Ni se va tu aliento de menta.
Discordias a la carta del ruiseñor,
Atrevidos moteros con prisa,
Una paloma que escapa a la risa,
Y un batín de precioso señor,
Sin castillo, sin amas y amado.
Preciados tesoros escondidos
De las luces de bohemia que riman.
Y una esquiva y furtiva mirada
Que se presenta azulada y con ruido,
Y unos insultos que me miman.
Y el mismo puesto de hada,
Y la misma vacante en el lado.
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