Espiral concéntrica de sus largos radios,
Con los que rodeaba
un aire de princesa en desconsuelo.
La habían llamado extraña,
Vivaz niña, ruedo de un pertinaz y largo
Desenmascare
De lo incrédulo.
Sabía andar sobre sus dos piernas de vértigo
Haciendo temblar a los ciudadanos
Y prestar miradas tiernas
Al más jodido
O perder el tiempo en el ensueño.
“No se ganan partidas sin pérdidas”,
Parecía gritar en cada poro.
Luz o lucha en sus ojos,
Me encandiló como a un reloj roto,
Aquí sigo, sin pausa y sin movimiento.
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