Privilegiados los que se alzan y gritan.
Y lo hacen, sin más, con la voz a medias.
Privilegiados los que le quitaron las medias
Al viento a lomos de un caballo de guitas.
Privilegiados que cantaron al cielo sin miras,
Y encontraron en sus zapatos la comedia.
Que negaron, -a base de confiar-, a la tragedia,
Y ahora comen chorizos, sardinas y migas.
¿Cuántos pasos nos separaron, y nos unen?
¿Cuál es la calidad real de sentirse solo?
¿Cuándo las voces se convierten al lupanar?
Privilegiado es, al que los grandes acunen,
Él de voz tórrida y silencio de lobos:
El viento, el negro, el frío, -pero se puede amar.
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