domingo, 6 de mayo de 2012

Canto mañanero a las estiradas sombras de mi dormitorio

Se coló el rayo de Sol,
No tenía nada que comentar,
Mis párpados se precipitaron
En el infinito del despertar,
Y mi sed comenzó a crecer
Como una catarata salvaje.
Un día más sin ver las luces,
Atrapado por las sombras
De la soledad en dedales.
El cianuro sigue derramándose
Por mis mejillas inquietas,
Y es normal que no quieran
Beber tales lágrimas sujeto
Alguno del mundo animal.
Así, vuelvo a los tragos
De gasolina corrosiva.
A la perdida del ser,
Y del tiempo, y consciencia,
En la búsqueda degradada
De los estirados filos oscuros
De esos rayos del arquero
De nuestro sistema emocional.

No me quedan comas,
Se acabaron las pausas taimadas.
¡Se escondieron tantos de aquellos
Ojos vivos y alegres
Entre las sabanas del sueño
(Que sólo me quedan pastillas)!.
Entre los momentos de gloria,
Los minutos, segundos y horas
Que tuvieron suerte de expandir.
Que hicieron por explorar
En tierras baldías de desierto,
Que encontraron cielos azules
Y plagados de estrellas nunca
Bebidas por sus bocas de cielo.
He olvidado tanto las pausas
Que ya no tengo tiempo de morir
Por ellas.
Por las enquistadas sombras
Que vienen de ese rayo de Sol.
Y yo tengo paraguas, gabardina,
Sombrero y todo tipo de prendas,
Que me pusisteis vosotras,
a veces queriendo, y otras sin querer.
Sombras de la memoria,
Sombras de perdidas,
Sombras de canciones,
Sombras de cuadros y entretiempos,
Sombras de pestañas,
Crueles, de azúcar,
Sombras de árboles talados
Con cajones, y repisas...
Demasiada ropa para tanto calor.

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