Caminata de elefantes borrachos
Gobernados por monos de feria,
Y Unicornios, y hadas, y nada seria
Una masa de bailarines gabachos.
Ingentes cantidades de linces,
Trompetas que suenan a mica y oro,
Y una doncella bella y con decoro,
Que aún no se hizo un esguince.
Vienen luciérnagas también,
Cargando con flores la batería,
Que las eleva en la breve cacería
A la procesión distante del bien.
Pero siguen cantando los morfeos.
Y hay pájaros danzando al aire plín.
En el agujero de este loco serpentín,
Un loco, más loco, y sin alas, que feo.
Las luces iluminando el camino
Que nunca fue mío sino nuestro,
Y en este decreto vil y siniestro,
Todo parece ya valer un comino.
Y entonces comienzan los gigantes
A hacer apuestas, los putos salidos,
Y se escancian las monedas de idos,
Porque esta procesión es garante.
Danzan al instante las muchachas,
A la reina del momento del errante,
Y ya no sé si ser poeta o amante.
Y aquí siguen los ratos de chacha.
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