lunes, 18 de marzo de 2013

Causas primeras. Horizontes peligrosos

Pero qué escribir cuando no mueven las pestañas en el aire las somnolencias del autor. Pero qué escribir cuando los calores y las aguas son remolinos y corrientes. Pero qué escribir al papel cuando no lo han besado ni cuatrigésimas partes de inquietud, ni vientos ni compases, ni aquí ni allí, ni torpe ni lúcido.
Creo que voy a dejar de follar. O de follarme el ombligo del Océano. Creo que el sexo vale para no pensar cuando no se piensa. Creo que el inmenso vacío de mis sobornadas rimas no se llena con corridas a la borda, con sangre en los anzuelos, con vísceras en la bodega, ni con cartón. No se llena con jadeos ni gritos, ni paren caricias las caricias muchas veces.
Sigo pensando en el paso a la octava maravilla de los contornos oceánicos. Pero mi barco sigue con la vela rota, los remos partidos y la brújula loca de un pirata travieso. Y sigo surcando la mar directo al continente esquivo de mis sueños. Controlando con pureza la sobredosis de estímulos sin interés.
Vadeando tempestades y en busca de aguas calmas me acerco de nuevo a los precipicios cuando el cielo no arrecia. Voy mirando las cumbres que se esconden entre los retales de nubes de algodón extruido.
Y la recalma me acerca a las piedras, pero también a estuarios. Y aprovecho para echar la caña.
Algún día besará el campano mi sedal con engaños. Algún día tendré, sin solidaridad, un pez, que sea pescado, y que no me de pena matar con mi estilete de gracia. Hace muchos años que no lo hago con tacto. Y cada día parece que me apetece más buscar ese pez primero, ese exótico niño de aguas a dentro. O eso, o, como siempre, seguiré comiendo lo que la marea traiga a este barco marinero y con causas. Las causas primeras no tienen porque joder las últimas consecuencias.
Pero, ¿y lo versos al océano?¿y el cosido de las redes día a día?. No cansa la vida, la Mar no cansa, cansa la sencilla historia de ultramar: Me dirás lo mismo, lo mismo te diré, y de seguro que, en ese nuevo puerto, tampoco llegamos a nada.

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