domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Sangre o entelequias?

En el embaucador sonido de esa canción estabas tú enterita, cocinada con tus muslos cálidos, dispuesta a un abrazo triple mortal. Mi vaso vacío casi rompía con los acordes netos de esta melodía
y no quería beber ninguna otra cosa. "Póngame otra copa que hoy vamos a volar". La canción seguía discurriendo y tus curvas se pintaban desde una puerca foto en mi mente haciéndola estremecer. Y sentía tu respiración remota y perdía las últimas gotas de mi brebaje en mis labios secos por ti. Qué ocurrencia que estuvieras tan lejana, que vivieses otros mundos completamente paralelos a los míos, no nos juntaba un país, ni una sociedad, ni nuestro lenguaje, yo sólo quería ser tu misma música. Sólo quería discurrir y tu estabas mucho más allá de los Océanos. No hay albatros que se quede a anidar en mi corazón requemado de apasionarse. Es como volar hacía una estrella que está demasiado cerca de un mar. Humo. Humo. Humo y más humo. “Nunca nos dejan ver las mismas cosas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario