jueves, 5 de diciembre de 2013

Adictos a las tormentas

Quisiera escribir algo que fuera sencillo y diáfano, algo que se entendiera con facilidad y fuera agradable y hasta gracioso para todos los oídos, pero ya tengo colegas que hacen eso muy bien, y yo cuando no estoy follando tres veces diarias soy más profundo que las grutas del infierno.
Quemo y calo al mismo tiempo pero ello tampoco tiene ningún valor.
El valor es otra cosa, tomar un opción, llevar una decisión a cabo. Ir hasta las últimas consecuencias. Meter la cara en el barro. Meter la cara en el barro de un charco de vomito que produjo cualquiera. Miles. Eso en gran parte es aprender. Y aprender es tomar decisiones.
Siempre estamos al borde del precipicio que éstas nos producen. Perdemos la vida muchas veces por cinco minutos de tontería, por cinco minutos conjugamos nuestras vidas en lo que serán años, quizás existencias y hasta la necesidad total del devenir.
Por unos segundos de un discurrir diverso muchas veces lo condicionamos todo.
Yo he encontrado una raza distinta, unos cuantos seres que quieren vivir de presente y libres, que, al contrario, hacen por conocerse, -existen. Que tienen las anécdotas justas que contar para sacar unas risas sin comerse los minutos, que son capaces de percibir ideas y siguen haciéndolo aunque canse, que no tienen personas de las que hablar más que de ellos mismos. (Lo digo por Eleanor Roosevelt).
Nada de egocentrismos, porque estos seres son tan pequeños como una chispa, tan breves como un trueno, tan universales como una brisa - hablan “sin darse cuenta“ de TODO el mundo. No tienen la ignominia de considerarse en serio y de esta forma son las personas más serias que conozco.
La verdad es que son los más perdidos -yo me cuento, encontrados en su ausencia, ávidos de llenarse, reclamados para el común sin voz ninguna o con muchas voces, fascinados y coaccionados por aquello que les rodea. Pacientes en la angustia del existir intentando hacer digno cada momento.
Yo pienso que son sólo niños adictos a las tormentas... Si no perdiste tu chispa, si haces ruido con regularidad y de forma natural, si lanzas rayos cuando algo te puede, estás invitado a comer, o cenar, o a unas copas con el autor. Yo sólo me siento a gusto cuando se abren los cielos. :-)

1 comentario:

  1. Si, yo creo que a veces hablar es gratis. Si se cobraría por cada palabra no se cuantos ahorrarían en frases que estén lejos de ser interesantes. Otro ejercicio cada vez mas difícil es callar. Porque todo el mundo habla, habla hasta el cansancio, y de tanto hablar suelen irse por las ramas y tal vez ofenden, o hablan y dicen cosas sin saber.
    Yo creo que para hablar de algo realmente hay que saber de lo que se cuenta, como fue, por que. Si no es mejor no hablar. Porque después uno dice algo y por ahí no es lo correcto. Y luego pide perdón. Pare eso es mejor no abrir la boca y listo. Por que siempre hay que hablar?
    Y en cuanto al valor yo creo que hay que encontrarlo en nuestro interior. Ver como somos, lo que sentimos, que deseamos. Y dejar que fluya. Si lo oprimimos o no lo dejamos salir por ahí nos frustramos y nos enfermamos o deprimimos. O nos transformamos en otra cosa que realmente no queremos ser.
    No se, al menos es lo que pienso yo. Obvio que no todos tienen que pensar igual jja
    Te mando un abrazo

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