Sin las volutas dulces del olvido,
Aún más esclavo de mis prisas,
De mis penas, de ausencias, risas.
A la luz de la necesidad, nacido.
Y vivo como un eremita maldito,
Escondido en cueva de aristas,
Cortado por el cristal como artista,
No sé, ni podré, ni escucho, ni vivo.
Solo, acá arriba, medito y peno,
Y para nadie vale mi pobre palabra,
Porque es nadie quien medita y habla.
Porque sin alcantarillas no hay dinero.
Y encuentro que mi odio a estas hadas,
Me lo devuelven multiplicado por nada.
Dejándome más solo, más triste, cero.
Ni uno, ni dos, mi destino… es certero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario