Me gusta esperarte sin descanso.
Miento porque quiero y sé quererte.
En los segundos que no puedo verte,
Se me derrite igual que a Garcilaso.
Siento temblores, cuitas, espasmos,
Que esculpen grises aguafuertes,
En los que se pintan figuras inertes,
de mi corazón, como payasos.
No es gracioso ser elegante y vasto,
Tener propias riquezas, ni verdades,
Ni siquiera dulces y aplicadas manos,
No sirven de nada las intelectualidades,
Y huye el lustre de las más pensadas rimas.
Todo sucumbe, si tu no paras, y me miras.
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