martes, 29 de octubre de 2013

Burning

Cien años pasaron y las fronteras, adornadas de cintas de colores, se las llevaba el viento. Se entretejían las neuronas de distintos cerebros y razas en lazos fuertes, tatuados en los árboles, hechos puente. Levantando edificios horizontales y verdes. El rojo no cabía por ningún sitio.
Quisieron cien años alumbrar al cabo al hombre de sus sueños. Quisieron cien años ver a su amado intemporal sentado, allí, en aquel banco de madera, viendo pasar los minutos. Acertando con cada coma de su aliento.
Hubo cien años benignos a la humanidad. Donde se encontraron sonrisas y se fecundaron los ánimos más atormentados con múltiplos de mariposas. Crecían l@s monarcas en cada rama de cada pequeña flor y todos emigrábamos al corazón de los otros. Donde todos los gusanos tenían un sustento digno. Donde la muerte era el mayor símbolo de pureza.

Mientras no llegue este tiempo seguiremos ardiendo.

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