jueves, 30 de enero de 2014

La llamaban Libertad

Allí estaba yo, entretejido con sus guantes
de hacer costuras a las redes del Marino,
Sin poder salir de puerto y sin ver el camino
Por el que volver a los derroteros de antes.

Aquella flor había sido haba entre gigantes,
Puente de albura a mis textos alcalinos,
Mentira en mi pecho a los fuertes y más ladinos
De entre todos mis borrachos navegantes.

Solté vientos, viré palabras y sandeces
Hacía su silla de dulce estaño y luz de luna
Con la esperanza del que ve que ya perece.

Y con el último hálito de uno sin tribuna
Ella partió hacía el mar que la rejuvenece.
No era mía ni suya. Era viento, sal y duna.

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