sábado, 8 de marzo de 2014

Diarios del Pirata IV

A veces se te desatan rápido los apetitos y la claridad se sustituye por un sostenido tropezar con una y otra piedra. Tienes tantas ganas de querer que no sabes qué quieres. El corazón humano que, por supuesto, nubla la razón, es de una gran potencia, de una constancia metódica con la que hacernos ciegos, como si nuestros ojos se nublasen por la gran cantidad de sangre.
Todos los días lo vemos y lo sufrimos, personas perdidas del karma por sus latidos, como si los ensordecieran. Y después de tropezar con unas pocas de piedras tus espinillas estarán heridas, estarás cansad@, tendrás mareos y parecerá que tu barca está en medio de la más furiosa tormenta.
No sé si hay un camino recto pero estoy seguro de que hay un rumbo correcto para lo que quieres ser y hacer. Y los barcos de los piratas a veces cortaban las olas aunque corriesen el riesgo de que toda la nave se deslavazara. Esas prisas, esos pulsos, esos impulsos si te llevan a la libertad.
Son exteriores y propios, lo interior muchas veces es ajeno al lenguaje del alma y mucho más propios de egos malcriados. Cuidad vuestra arma de destrucción masiva del equilibrio -benditas paradojas- tened cuidado con los engaños del corazón. Son mucho más peligrosos que ningún pirata.

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