sábado, 8 de marzo de 2014

¿Quién tenía razón?

Enciendo teas y me pongo a pensar que puedo encontrar lo más bello y más complejo, lo más sencillo y cordial en cualquier camino por el que pasee. Una simple flor puede ser imagen del conocimiento, del cosmos e incluso de la antimateria, como un queso gruyere.
Un perro puede ser un pastor y un asesino, un cascabel, una alerta o una musiquilla que anuncia buenos sentimientos. La Divinidad es grande, es de Perogrullo, pero también está en todas las cosas pequeñas, hasta en las pequeñas motas de polvo que revolotean con su caos y su orden una habitación llena de humo vegetal.
El otro día me hicieron ver que perseguía a una Proserpina apunto de convertirse en ramas y hojas, en pequeñas cúpulas para las gnomos. Un sueño visceral de lo grande. Una mujer que ande carros y carretas y siempre tocada con bellos adornos. “Una diosa, buscas” me dijeron. Cosa que no se puede encontrar. Persona que vivió en la mente de Apolo para convertir sus dones en su fuga, los dones que le daba el Poeta con su interés. Los dones que ella tenía por haberse visto la más bella aunque fuera a los ojos del dios Sol.
Pero Proserpina se convirtió en árbol. Árbol bello e insigne con todas las virtudes que le habían regalado los versos susurrados a las simples esferas, para poseerla.
Apolo creyó que ella era la perfecta pero lo divino le hizo ver para su pena, sin rencores, que sólo quería ser árbol. Estar quieta y permanecer incólume. Ni las manos más tersas le valían, ni los rizos rubios más escandalosos ni el calor más perenne. A veces la elocuencia, la presencia y las formas angostas, conjuntadas, asustan. Y a veces lo completo no quiere reclamos ni conjuntos ni acuerdos.
Nosotros persistimos, insistimos o desistimos.
Yo desisto, -no como Apolo-, desisto de idealizar, de ensalzar, de perseguir, de buscar lo que se hace imposible y más bello a mis ojos sin reflejo posible. Quizás haya margaritas que se conviertan en amapolas. La Divinidad es fuerte, es implacable, es irracional pero se deja entender si eres capaz de cambiar los modelos que te han dado.
Si te partes los vestidos pide que empiecen a vestirte de nuevo para empezar, -para cambiar de flor. Y para recoger flores y quedar bien, además, hay que ir bien vestido.
Apolo lloró junto a su árbol amargamente por perseguir la perfección, quizá el truco sea perseguir el “defecto”, lo destinado, lo que cambiará, quizás y poco a poco, para convertirse en la más bella flor desde la sencillez, desde lo cordial, desde lo que parecía imperfecto. El problema es que el mundo se va haciendo menos simple, poco a poco, y la sencillez no está al alcance de la mano. Sencillez es entenderlo y aceptarlo todo.
Por mucho que desista, y no busque, me temo que acabaré como el dios llorando bajo un árbol aromático después de haber cantado tanto al cielo como para recorrerlo mil veces. Un pagano, poeta, bohemio, soñador, loco y místico dónde coño va a encajar en esta sociedad “racionalizada”.

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