Sed de sangre, a partes iguales,
Con sed de vino, y aire fresco,
Observo mi entorno, y ofrezco,
A los cerdos, margaritas vitales.
Bellezas poliédricas y letales,
Que no sobrepasan sus cercos,
Que se colapsan en sus estrechos,
Que no hace mejores animales.
Y sigo observando, por cuitas,
No por derechos, ni por orgullos.
Y sigo pensando en las minas,
Que son esos animales infectos:
Saben buscar trufas y comer capullos,
Pero no retienen la belleza al efecto.
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