domingo, 7 de abril de 2013

Un suceso (Experiencias Fílmicas III)


Un suceso (Experiencias Fílmicas III)


Semidespierto, sin sueños, sin cavilaciones. Cansancio de bemoles e imposibilidad de descansar. No por mi apretada agenda social en vacaciones. Más bien parece que tengo de nuevo preñada la cabeza, más concretamente el hemisferio derecho, con nuevos asuntos que desconozco.
Ayer mentía al tiempo y a la caridad viendo en la noche madrileña, -de cielo algo más límpido por las lluvias recientes-, y desde un sótano en el que se cuecen propósitos y vuelan por un ventanuco, “El pianista” de Roman Polansky.
Qué de veces surgió la idea del llanto, la miseria de la verdad, la desproporcionada alevosía del ser humano y sus vicisitudes. Aquel hombre hambriento lleno de Chopin, de dedos casi descarnados, con el rostro ya sin dolores.
Ya digo, el llanto se me acercó varias veces, el corazón encogido, las manos apretadas e incluso pulsos al divino. Pero no. Gano él. Que se apiadaba de mis torpes pero alegres, humanos, gestos de empatía.
En la vida ¿hay que ser duro como se es duro en la no vida, acerado en el devenir inmenso de la no materia?. ¿De la materia sutil de los poetas, artistas y músicos?. ¿De la gravidez más extrema y la más liviana conjetura.?
¿Qué es la muerte? ¿Qué es la muerte gratuita? ¿Y una muerte bien pagada?. A fin de cuentas me percaté que qué más daba cuándo morir, cómo, ni por qué. Pero luchamos.
Parece que la vida también es dialéctica. Y, como yo soy lo más sencillo y mi usted un rato complejo, la vida se discierne también en un par de polos. Y no son estar de pie o de rodillas, en el bando de unos u otros, ni que te guste Bach o Mozart.
(Y en cambio, qué es el continuo. Cómo se rige esto. ¿Es duro el inclemente paso de Cronos? ¿Quiso acaso devorar a sus hijos? Todos sabéis que sí.
Entonces cuenta la mitología -saben que me gusta mucho- que nació el divino que pudo ponerle riendas).Con él que me cuestionaba yo ayer los crímenes de guerra, los genocidios, la dureza indómita de nuestro suceder, la guerra de mi Guernica, Paz y Amor, (la guerra que solivianto al gigante). La que nos toca a todos de las formas más diversas y escurridizas.
¿Por qué nos enseñaría el tiempo a ser tan locuaces como un látigo de siete flagelos? ¿Por qué no arrancar la carne cuando ya se está puesto a dar muerte? -esa parece ser una pregunta propia del ser humano.
Como decía. Decía “Divino, cómo ver justicia, cómo no convertirte en roca, cómo no ser intocable y a la vez la mermelada para un desnutrido. ¿Es necesaria tanta verdad? Y, ¿acaso existe por algún lado una mentira?. ¿Y la crueldad? ¿El vicio o la castidad? ¿El homicida o el carcelero? ¿Existe algo realmente con criterio propio en este nutrido universo de dimensiones?
Cada vez me estoy dando más cuenta que caigo en la cuenta de que el tiempo es lo que cuenta. Y que no cuenta a nuestro favor como humanos. Y que cada vez me acerco más al concepto del uno. Del Uno.
Y los polos se dispersan. (Tendré que comentárselo a mi psiquiatra). ¿Cómo ser en realidad un uno sin invasiones?, ¿invadimos así a todo el que nos acercamos? ¿Incluso sin motivo, sin quereres, sin noticias?. ¿Es esto psicopatía o teofísica o tener carisma?. ¿Pasa de verdad? ¿De mentira?
En fin, qué pasé un mal rato -habiéndola visto varias veces, alma candida- pero saqué algo en claro, creo que me estoy convirtiendo en un suicida en potencia, quizás en un bonzo estilo Amílcar Barca o Hércules emponzoñado. -Jajaja-. No se preocupen, son sólo palabras en soledades, y la muerte sólo un suceso.

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