jueves, 28 de febrero de 2013

Rebeldes

Nada romántico pervive. Todo ello tiende a lo efímero. Es tan puro como la mortalidad de los hombres: tan perteneciente a esta dimensión.
La intensidad de vivir un segundo, de no ser espectador, de ser factor de acción en un caos ordenado. Una mentira semiviva, un reflejo a la vez que un esplendor. Un “dismata” de la interdimensionalidad.
El arte, el culto a lo que se deba, el amor sin cortapisas, hay varias cosas que nos acercan a la eternidad. Pero el romanticismo no es una de ellas.
Yo he practicado mucho el amor cortés. Me moló, por ñoño que parezca…., desde esas lecturas del malogrado Garcilaso y de otros. Tampoco vale para nada. Además de que en la vida soy sincero y directo y no lo utilizo.
Así que no me sirvió por ningún sitio. Pues las corteses damas tampoco gustan de estos “remilgos y chalauras” propias de un sacerdote egipcio venerando a la hermosa Isis.

Tantos momentos con la feminidad, con ella y sin ella, -porque nos pertenecemos mucho- y nunca he intentando entenderla. Siempre vivirla. Y siempre me admiro…desde el oído de mi madre cuando le leía - cada gesto de una mujer justa vale un hombre.
Pero ya les digo, nunca he intentado acomodarme. Vivir, y soñar, y ser persona, que va mucho más allá de los sexos. Que los comprende.
El romanticismo en cambio creo que ayuda poco a los nexos entre personas de ambos sexos. Crea debilidad (aunque a mí, “tan creído yo”, no me importe nada). Crea temporalidad en los tratos, disfunción en las correrías, atropello en los devaneos.
Y es que creo que Zeus, el Padre de los Dioses, el del Rayo, “el Práctico” lo llamo yo, no tiene ningún aprecio por esas fruslerías del romanticismo, no le gusta nada que colmemos a sujeto tirados por el corazón hasta el intenso infinito, ni que creamos que hay momentos fundamentales, ni que unos son más bellos que otros.
Creo que él si es un Buen Maestro. Creo que no debemos parir en nuestro interior momentos que veamos enormes si no es que por causalidad nos den una bofetada.
Hay poco eterno en esta dimensión como decía. Son rarezas. Como el iridio o el uranio. Pero llegamos los poetas, llegamos los locos, llegamos “los físicos”, llegamos los incorrectos y permitimos la luz del momento.
Nos cuesta caro, pero todos acabamos en nuestro sitio. Y creo que Zeus adora a los rebeldes.

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