Una madre joven y elegante pasó a verme hoy
por la barandilla de las escaleras que bajan a los sotanos de mi casa.
Una cola de dragón pintaba en su lengua colores y llamas al descifrar
los sonidos de la música ambiental de mi psique.
Me comentaba
que no me llegaban los apetitos al corazón, que ella estaba cerca, que
se sometía a mí desde su grandeza, que tenía momentos. Que perdía el
tiempo jugando con guasas de nenes buenos y crucigramas de futuro,
cuando ella tenía atrapado mi presente en las gotas de sus culebras.
"Me da igual, Señora. Yo nací para vivir libre. Al menos desde la
última vez que estuve muerto. ¿Qué me dice?, su voz se la lleva la bruma de su
aliento, y las figuras que en el viento de mi memoria se quemán, atroz."
"Sólo es sueño, descansa. Yo soy la Progenitora de tus futuros
vicios", dijo en silencio. Y entendí que volvería a ser un perdón para
la niñez...
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