¿Ha la vida?. ¿Nadie me responde?. ¿Alguien hay
que algo diga?. ¿sabe alguno de esto algo?. ¿Hemos
de permanecer callados o, por el contrario, tememos
el simple hecho de pronunciar cabizbajos: “Hay?”.
Si alguno estrechó la mínima existencia, el dolor
En su pecho se entretuvo, y pronunciado: ¡Ahí!,
Todo son ayes y quejidos hasta el deseado fin.
Profunda sombra se verá aquel que ame con ardor.
Eterno fuego consumirá sus podridas entrañas,
Y las dulces mentiras cenizas hará esta calor;
Pero avivarán las ascuas, el fuego, con tal pavor
Que incendiado verá su pecho con indómita saña;
Y aturdido, y envenenado, pensará que cicuta
Es más cálido viaje que pasear la febril guadaña:
sesgando los abrojos de la apestada calaña
sólo puede vivir y sentirse uno como una puta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario