domingo, 27 de septiembre de 2009

La buena muerte

Saludos a la buena y dichosa muerte,
Que te trae paz a la mente y a los ojos,
Y que acaba para siempre con los lloros,
Que habían perseguido tu sal y tu suerte.
Nunca hubieras sido demasiado fuerte,
Para estar vivo sin morir poco a poco,
Sin morir todos los días, y en escorzo,
Renacer como brota el agua de la fuente.
Ella no sólo trae sus ojos para llevarte,
Ella es arte, y renacimiento, y esperanza.
Y será la paz que no disfruto un solo día.
Me llevará en su negro platillo volante.
Directo a las estrellas, como una danza.
Iremos juntos, los dos, más allá del mediodía.
Y los aurigas portaran pendones donde, anchas,
Hondeen al viento las promesas que hacía.

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